Vacía...

Nunca me puse a reflexionar bien sobre el tema, siempre creí que era normal que me sintiera... ¿cuál sería la palabra?... vacía.

Pero no fue hasta hace unos días que oyendo una hermosa canción me di cuenta de que estoy vacía.

Ustedes queridos lectores se preguntaran ¿pero de qué habla? pues ahí les va la verdad: todo lo que aquí escribo es basado en amor, desamor, tristeza, alegría, etc.; representa una parte muy importante de mí lo que dejo en este blog.

Pero después de pensar y de dar vueltas al mismo recuerdo que llevo tatuado en mi memoria [los que me conocen se sorprenderán, porque yo nunca "guardo" nada por más de veinticuatro horas] y que en los primeros meses posteriores a lo que paso me quitaba el aliento, el sueño, las ganas de comer y hasta me quito la personalidad que tenía. Sin embargo nunca me pregunte de verdad si todo lo que me de verdad era por ESA razón.

Nunca me pregunte si el dolor que sentía era por el amor traicionado que di o por mi orgullo herido.

Sólo hasta hoy, que de alguna manera he madurado, he crecido y entiendo más cosas, es como hago estas preguntas y llego a la conclusión de que estoy vacía.

Estoy vacía porque mi razón le impuso a mi corazón todo lo yo quería pensar.

Estoy vacía porque mi corazón se creyó todo lo que la razón le decía.

Estoy vacía porque en el tiempo que estuve en la búsqueda de él, todo lo demás se perdió.

Todo lo que yo era se perdió, deje de existir y me concentre en crear a alguien más fuerte, más alegre, más fría, más indiferente, cree a alguien que sin duda es más de lo que yo era.

Me perdí en todo ese dolor, me perdí en la tristeza, en la desesperanza, el odio, el rencor, en todos esos malos sentimientos y los cubrí con una máscara de felicidad y paz. ¡Qué tonta!

Sí, fui tonta al pensar que esas preguntas no llegarían, que el tiempo no me cobraría lo que estaba haciendo. ¡Qué tonta!

Ahora que no tengo corazón y que deseo hacerlo latir, me doy cuenta de que ya no está.

Me arrancaron el corazón y no me di cuenta, soy alguien diferente y no note ese cambio.

Ahora que quiero amar como en los libros que tanto leo, me fijo de que jamás podre hacerlo porque no tengo un corazón. Toco mi pecho y donde se supone que debería estar, sólo hay un hueco.

Toco el pecho de esa persona que tanto me ama y, que como en las historias que me quitan el sueño, puedo sentir el latir rápido de su corazón con el simple hecho de verle a los ojos... en mi pecho sólo está el cascaron de algo que le da vida a mi cuerpo, sólo eso hay en mí.

Todo lo que hago es seguir manteniendo a la persona que ahora soy. Es cierto que soy feliz, no lo niego y lo acepto con todo el orgullo que eso merece, pues he aprendido y pasado por muchas cosas que seguramente mi "otro yo" no hubiese soportado.

Sin embargo el tiempo pesa, los amigos vienen, los amigos van, los problemas se borran, las alegrías dejan marca, las risas quedan grabadas en mis oídos y sólo ahora me pregunto por qué me deje morir sabiendo de ante mano que no encontrare una respuesta.

Han pasado años desde que enterré, sin saberlo, lo último de mí... el último trozo de mi corazón.